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lunes, 2 de junio de 2025

Una cosa es con guitarra, otra con violín: El lapicero de José Ramón Peralta y los 18 millones en chacabanas

La indignación que sacudió a la sociedad dominicana cuando se conoció la compra de un lapicero de 156,000 pesos por parte del entonces Ministro Administrativo de la Presidencia José Ramón Peralta aún resuena en la memoria del pueblo dominicano.
Aquel gasto, realizado con fondos públicos, fue calificado de despilfarro y desató una ola de críticas encabezadas por figuras como Faride Raful, quien, en ese momento, desde la oposición, no dudó en alzar su voz en la plataforma X.
Con un tono firme, Raful comparó el costo del lapicero con la posibilidad de que la Casa Blanca adquiriera 20 plumas por el mismo precio.
Sus palabras, cargadas de indignación, reflejaban el sentir de una ciudadanía harta de ver el erario público utilizado para gastos superfluos.

“Reservar 156,350 pesos dominicanos para comprarle un lapicero de ámbar al presidente Danilo es el insulto más reciente de esta administración a quienes pagan impuestos” palabras textuales de Faride Raful.
La perspectiva parece haber cambiado, porque la misma Faride Raful, ahora en el rol de ministra, guarda un silencio sepulcral que se diferencia con su vehemencia de hace unos 6 años.

La compra de 18 millones de pesos en chacabanas, también financiada con fondos públicos, no ha generado el mismo nivel de cuestionamiento desde las filas del oficialismo.
Lo que ayer era un escándalo, hoy parece ser un gasto “normal” para quienes están en el poder.

Este cambio de postura pone en evidencia una verdad inocultable; la crítica al despilfarro parece depender más del lugar que se ocupa en la política y no depende de principios éticos consistentes.
El refrán popular “una cosa es con guitarra, otra con violín” nunca había sido tan pertinente.

Cuando se está en la oposición, es fácil señalar los errores del gobierno, pero al asumir el poder, muchos parecen cambiar sus criterios y flexibilizar los ataques.

La vista les cambia, ahora las cosas se ven diferentes.
Los 18 millones de nuestros impuestos son justificados por todos los ministros del gobierno, minimizan 18 millones y hace apenas unos años se rasgaron las vestiduras por apenas 156,000 pesos.
Esta incoherencia no solo mina la credibilidad de quienes incurren en ella, sino que también alimenta la desconfianza de la ciudadanía hacia sus líderes.

Si un lapicero de 150,000 pesos era un exceso inaceptable,
¿Cómo puede justificarse una compra de 18 millones en vestimenta?

La respuesta no debería variar según quién esté en el gobierno.
Cada peso gastado debe responder a las necesidades reales de la población, no a los caprichos de quienes ostentan el poder.
La sociedad dominicana merece una clase política que mantenga sus principios, independientemente de si está en la oposición o en el gobierno.

La transparencia y la rendición de cuentas no pueden ser solo consignas de campaña; deben ser prácticas cotidianas que guíen la gestión pública.

La ciudadanía no olvida, y la memoria colectiva es un juez implacable.
Si queremos construir un país donde los recursos públicos se utilicen para el bienestar común, debemos exigir que las críticas de ayer no se silencien hoy por conveniencia.

El pueblo no toca ni guitarra ni violín: exige resultados y responsabilidad.
Cosas que brillan por su ausencia en la actual gestión de Luis Abinader.

Por: Jacobo Colón;-
@jacobocolon1
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