El gobierno aplica una opaca forma de administrar los fondos públicos por tener un sistema de improvisación que tendrá graves consecuencias para la vida futura. Esta administración tiene dos marcas fatales para el país por ser la que hace menor inversión pública con la mayor deuda.
Recientemente se develó una turbia operación impositiva mediante la cual el gobierno obtuvo de la banca el pago adelantado de impuestos por 25 mil millones de pesos, dinero que previamente había liberado el Banco Central. Lo que aparenta ser una triangulación de fondos no es un estilo transparente de manejar dinero público.
Esta operación financiera que procura dinero rápido además de ser un endeudamiento adicional que compromete recursos que debía recibir el gobierno futuro se hace sin la aprobación del Congreso lo cual es una falta a la constitucionalidad, pero, además, este manejo se hace por segunda vez en menos de tres años.
El país desconoce los términos de la negociación del pago de impuestos adelantados ni lo que tendrá que dejar de recibir el gobierno por este préstamo enmascarado, el negocio de los bancos es manejar el dinero para obtener utilidades y aunque haya sido una presión contra las normas y el Banco Central, las instituciones financieras deben recibir alguna compensación que hasta ahora se mantiene en secreto.
Hace unos meses el gobierno se jactaba de que el dinero le rendía, pero parece que es para pagar botellas y bocinas porque no hay una obra que explique el abultado endeudamiento externo que ahora agrega un matiz cuestionable con el cobro adelantado de impuestos. A esta búsqueda desesperada de fondos para financiar la reelección agrega otra amnistía fiscal para sacudir el bolsillo de los remisos en abonar los impuestos.
Esta forma sin sentido de gobernar conduce el país por difícil camino. El gobierno paga intereses de dinero que toma prestado para no invertirlo y al mismo tiempo busca nuevas formas de endeudarse.
Mediciones internacionales muestran que el gobierno desciende en las prácticas democráticas y desconoce sentencias del Tribunal Constitucional, mientras hace callar a los que no se venden presionando para que despidan periodistas de los medios.
Vamos muy mal, pero falta menos.
Por Alfredo Freites ;-
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