El reciente desfile militar con que China conmemoró el 80 Aniversario de su victoria contra Japón cerró días de conversaciones de líderes euroasiáticos y africanos, que forjan un nuevo bloque económico y político para contrarrestar el dominio norteamericano y que, con la movilización de sus barcos de guerra, intimida a Venezuela y las naciones de Suramérica que se acercan al nuevo grupo.
La multilateralidad económica que se compacta entre naciones emergentes euroasiáticas y africanas es la estructuración de una nueva correlación de fuerzas que enfrenta las medidas económicas y políticas del presidente Donald Trump y que busca derribar a Norteamérica como hegemón.
Tras la victoria de la Segunda Guerra Mundial, sobre la sepultura del imperio británico emergió Estados Unidos como líder del mundo capitalista para dirigir la guerra fría contra la Unión Soviética. Norteamérica soldó a Europa a su retaguardia y juntos derrotaron al líder de los comunistas y mantuvo a Rusia como archienemigo mientras sumaba países de ese eje a la OTAN.
Estados Unidos se quedó solo ejerciendo el control económico, y político, como policía, arbitro, banquero y trazador de las reglas de juego en todo el mundo. Esta unilateralidad gestó la vida actual porque la lucha de contrarios es la dinámica de la existencia y se requería el otro polo. Todas las guerras son económicas, no importa su nombre, y el cambio de guerra fría a la económica tiene el mismo ropaje: incremento y exhibición de nuevas armas, sanciones económicas, amenazas, lucha informativa y forja de nuevas alianzas con promesas de enamorados.
Claro que Norteamérica siente pasos en la azotea y sale al patio para mirar el entorno y ve que Suramérica tiene ahora mayores negocios con China y la abastece de productos de consumo masivo y de energía en tanto el gigante asiático invierte en vías de comunicación y préstamos. Entre tanto el tío Sam muestra sus molleros y exhibe en Venezuela sus prendas navales como los británicos con la guerra del opio en China.
Al otro lado del mundo China montó su desfile militar con despliegue de armas nucleares de última generación, de miles de tropas marchando con rostros fieros y sincronizados pasos marciales con el mensaje a EEUU de que Taiwán es un asunto chino y que está aliada a Venezuela.
Los aliados en el nuevo bloque impulsan el diseño de un nuevo mapa económico del mundo mientras Norteamérica implementa nuevas políticas económicas para devolver el brillo a su país. El presidente Trump quiere a todo costo que la principal mercancía norteamericana -el dólar-, se mantenga como la única moneda de intercambio económico.
No obstante, ante los nuevos aranceles, China ya inició un cambio de suplidores agrícolas y carnes en Suramérica que constituye un golpe a la base política de Trump.
Atentos. Hay que esperar qué medidas dispondrá Trump para recoger sus ovejas negras.
Por: Alfredo Freites;-
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