El paĆs ha quedado sumido en un dolor profundo.
El colapso del techo de la discoteca Jet Set no es solo una tragedia; es un llamado desgarrador a la reflexión, a la solidaridad y a la acción.Con decenas de vidas perdidas, mĆ”s de 140 heridos y familias destrozadas, el paĆs entero se une en un luto colectivo que trasciende diferencias.
Entre los fallecidos hay rostros conocidos -figuras del espectÔculo, del béisbol, servidores públicos- pero también hay nombres anónimos que representan sueños truncados, historias interrumpidas.
El merenguero Rubby Pérez, la gobernadora Nelsy Cruz, el pelotero Octavio Dotel⦠cada uno dejó un legado, pero su partida abrupta nos recuerda la fragilidad de la vida.
En medio de la oscuridad, sin embargo, brillan destellos de humanidad: los equipos de rescate trabajando incansablemente, los ciudadanos donando sangre, los mƩdicos atendiendo sin descanso.
Esa solidaridad espontĆ”nea es el consuelo mĆnimo en esta hora amarga.
Pero el dolor no puede ser en vano. Esta tragedia debe ser un punto de inflexión.
¿Cómo es posible que un lugar con tanta afluencia no tuviera inspecciones rigurosas?
La falta de protocolos claros para garantizar la seguridad en espacios pĆŗblicos es una deuda pendiente.
Urgen revisiones estructurales, salidas de emergencia accesibles y una cultura de prevención que priorice vidas sobre el negocio.
Hoy, el paĆs llora. Pero maƱana debe actuar.
Que el nombre de Jet Set no sea solo sinónimo de duelo, sino también de un cambio necesario.
A las familias de las vĆctimas, nuestro abrazo mĆ”s sentido.
A los heridos, nuestra esperanza de pronta recuperación.
Y a los fallecidos, la promesa de que su partida no serĆ” ignorada.
”Que en paz descansen!
Tomado del editorial de
de la fecha ;-
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