Lo más sorprendente es que incluso figuras como Donald Trump y Elon Musk, conocidos por sus posiciones ultraconservadoras, han calificado a USAID como una agencia dominada por “fanáticos corruptos izquierdistas”, una afirmación que raya en lo ridículo.
La paradoja no puede ser más evidente: una agencia que históricamente ha sido un brazo de la política exterior de EE.UU. para debilitar gobiernos de izquierda ahora es acusada de financiarlos. Es como si de repente la CIA fuese denunciada por ser una organización revolucionaria marxista-leninista. Pero lo peor de esto es que muchos medios de comunicación y youtuberos, lanzan acusaciones infundadas a periodista e instituciones de RD.
Para entender la magnitud del disparate, es necesario recordar que USAID ha sido señalada en múltiples ocasiones como la “parte suave” de la CIA, utilizada estratégicamente por EE.UU. para intervenir en países con gobiernos contrarios a sus intereses.
En América Latina, ha financiado movimientos opositores y ha contribuido a la desestabilización de administraciones de izquierda. Desde Bolivia hasta Venezuela y Nicaragua, su historial de financiamiento a grupos opositores es bien documentado. Hasta el propio Elon Musk dijo, hace poco, que USAID contribuía a tumbar gobiernos democráticos.
Sin embargo, el discurso ha dado un giro inesperado y, en un acto de prestidigitación mediática, sectores de la derecha han propagado la idea de que USAID está apoyando causas progresistas. Esta desinformación ha sido amplificada en redes sociales y medios afines a ciertas agendas políticas, generando un estado de confusión que raya en el absurdo y en la estupidez.
Si seguimos esta lógica, podríamos llevar la ironía al extremo y sugerir que, bajo este nuevo relato, USAID y la CIA en realidad financiaron a Salvador Allende para que convenciera a Augusto Pinochet de derrocarlo y luego suicidarse. O que en Cuba, USAID estuvo secretamente financiando a Fidel Castro para que se consolidara en el poder y luego lo traicionara. Esta narrativa no solo es absurda, sino que no tendría cabida ni en una novela de Kafka ni en una película de los Tres Chiflados.
El mundo se «trumperiza»: El auge de la desinformación extrema
Lo que estamos viendo es una peligrosa tendencia global donde la desinformación ha alcanzado niveles de locura. La «trumperización» del discurso político ha permeado a América Latina, especialmente en la República Dominicana, donde la propagación de noticias falsas y la manipulación de narrativas han alcanzado su punto más alto.
El mundo parece haber entrado en una era en la que no importa la realidad, sino qué tan fuerte se repita una mentira hasta que se convierta en “verdad”.
En este contexto, algunos comunicadores y figuras políticas han encontrado en la confusión una herramienta para desacreditar a personalidades vinculadas a la izquierda y a organizaciones progresistas. Han aprovechado el desorden informativo para sembrar dudas, acusar sin pruebas y deslegitimar actores políticos y sociales.
El problema con esta estrategia no es solo que es intelectualmente deshonesta, sino que contribuye a un ecosistema mediático en el que cualquier barbaridad puede ser aceptada como verdad si es repetida lo suficiente. Se ha llegado al punto en el que la realidad y la ficción se confunden en una narrativa en la que USAID, antes acusada de conspirar contra gobiernos progresistas, ahora es vista como su aliada secreta.
El debate en torno a USAID es un reflejo del estado actual de la política y la información en América Latina. Lo que comenzó como una discusión legítima sobre el papel de esta agencia se ha convertido en una maraña de desinformación donde lo ridículo se ha convertido en argumento válido para ciertos sectores.
En este clima de paranoia y confusión, es fundamental que la sociedad recupere un sentido de racionalidad y análisis crítico. De lo contrario, pronto veremos teorías que afirmen que la CIA en realidad financió la Revolución Cubana, que el FBI trabaja para promover el socialismo en EE.UU., o que la NASA ha estado financiando organizaciones indígenas para sabotear el libre mercado.
El delirio informativo no tiene límites cuando la verdad se vuelve irrelevante y la propaganda se convierte en la única moneda válida en el debate público. Lo que estamos viendo con USAID es solo un síntoma más de una era en la que la realidad ya no importa, y donde el mundo parece haber caído en una espiral de locura informativa digna de un guion de los Tres Chiflados.
Por: Bryan Sánchez;-
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