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martes, 17 de diciembre de 2024

Un acto inhumano condenable

Las denuncias de torturas físicas contra un ciudadano en un cuartel policial de Haina constituyen un acto inhumano condenable.
El caso de Félix Ángel Serrano, quien asegura haber sido sometido a golpes, descargas eléctricas y asfixia con una funda en la cabeza, mientras permanecía esposado y bajo custodia, nos devuelve a las peores épocas de nuestra historia.
Este hecho no solo estremece por su brutalidad, sino porque reedita las prácticas infames del pasado, cuando el miedo y la violencia eran moneda corriente en las ergástulas del Servicio de Inteligencia Militar durante la dictadura trujillista.
Las evidencias médicas emitidas por el Hospital Doctor Marcelino Vélez Santana, confirmando las quemaduras y múltiples traumas, son pruebas irrefutables de un acto inhumano que no tiene cabida en un Estado democrático.

Resulta particularmente grave que, en un momento en que el gobierno ha asumido la modernización de la Policía Nacional mediante la formación de nuevos agentes y la implementación de normas alineadas con los derechos humanos, todavía existan reductos dentro de la institución que socavan estos esfuerzos.

Es imperativo que este caso sea investigado con prontitud y transparencia, y que se sancione de manera ejemplar a los responsables.
La violencia y la tortura en los destacamentos policiales no son hechos aislados: reflejan una cultura de abuso profundamente arraigada en esa institución.

Una cultura que aún resiste los intentos de reforma y que mina la confianza de la sociedad en una institución que debe velar por la seguridad, no convertirse en una amenaza para los ciudadanos.
Los derechos humanos son sagrados, y cualquier violación debe enfrentarse con toda la contundencia de la ley.

El Defensor del Pueblo ha asumido una postura firme al iniciar una investigación sobre el caso.
La Policía Nacional tiene el deber moral y legal de dar explicaciones y garantizar que estos hechos no vuelvan a repetirse y los culpables enviados a la justicia.

La denuncia de Serrano debe ser el detonante para una revisión profunda de los procedimientos y controles internos en los destacamentos, donde, en demasiadas ocasiones, el poder se ejerce sin límites ni consecuencias.

Tomado del editorial de
Un acto inhumano condenable
de la fecha ;-
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