Pese a los vaivenes de la política y a determinados” olvidos” que muchas veces ocurren en los caminos del poder, si el presidente Luis Abinader dijo al ser reelecto para un nuevo mandato que en el 2028 terminaba y se retiraba, creo que lo que más convendría es que se le tome la palabra. De todas maneras, él es quien la ha empeñado de modo enfático ante el país y sería muy cuesta arriba que, por excusas o circunstancias coyunturales, permitiera que ese compromiso rodara por el suelo.
Y si en verdad el gobernante quiere que le recuerden como un presidente “reformador y honesto”, tendrá que dar pasos concretos en cuestiones fundamentales para la nación y evitar errores costosos, que pudieran contradecir los sueños y propósitos compartidos con gran público. Hay anuncios, planes y proyectos oficiales que, a simple vista, lucen muy ambiciosos, partiendo del factor dinero y sabiéndose que “aún falta mucho por hacer”, como diría Hipólito Mejía. Mientras, para dejar una impronta al término de un segundo periodo, se impone relanzar el gobierno y venir con caras y actitudes renovadas en el equipo que acompañe al gobernante en el nuevo cuatrienio.
Cierto que hay gente que por su desempeño y encomiendas oficiales cumplidas debería ser mantenida o incluso promovida, como un Andrés Lugo, viceministro Administrativo de la Presidencia y pieza importante en las visitas y labor de contacto con dirigentes de pequeños partidos que apoyaron la candidatura del presidente Abinader; José Julio Gómez, viceministro de Política Exterior Bilateral, responsable de ejecutar decisiones emanadas del Ministerio con respecto al personal en el exterior y enlace con todos los países, cancillerías y misiones bilaterales acreditadas; Samuel Pereyra, efectivo y creativo administrador de Banreservas y Alejandro Fernández W, el super de Bancos, entre otros tantos.
Abinader, que dijo que “no cargará con culpas ajenas”, no puede arrancar en agosto con bueyes cansados o que no han dado la talla en su equipo. Y, si ya cumplió con compromisos internos en el primer tramo, debe venir –para el éxito—con gente de acreditada moral, no necesariamente con vinculación político-partidaria. ¿Una utopía? Esperar.
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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