Los recientes discursos de campaña del presidente Luis Abinader demuestran que sufre una seria crisis de identidad política. El gobernante habla como un político opositor, no como un estadista.
Un estadista, con cuatro años gobernando, detalla sus logros y ofrece razones para renovarle el contrato.
Abinader, sin embargo, habla como un político opositor de pacotilla que busca la atención pública atacando “el pasado”.
En un ecosistema político medianamente funcional, existe la “división social del trabajo”, la oposición ataca y el gobierno se defiende mostrando sus ejecutorias. “Por sus hechos os conoceréis”, dijo Jesús según Mateo, para diferenciar a los verdaderos profetas de los falsos.
Abinader gasta la oportunidad de promover su gobierno y planes, atacando el pasado, parece que nada tiene en el presente y menos que ofrecer para el futuro. El pueblo necesita todo, el ofrece retóricas de “honestidad”. Que resultan absolutamente irrelevantes, el “ministerio público independiente” no imputa a los funcionarios que su gobierno despedió por corrupción.
La campaña es una entrevista de trabajo, el candidato debe convencernos que es el mejor para la vacante. ¿Será que Abinader, en el gobierno o sus negocios, emplea a quienes mejor desacrediten al empleado despedido?
Cuando Abinader hablaba de que su gobierno controla la delincuencia, junto a él, casi le roban la cartera al ministro de Trabajo Luis Miguel de Camps. De manera instantánea, los hechos desnudan la retórica vacía.
Debemos reconocer que el gobierno ha remozado muchas escuelas, canchas y otras instalaciones construidas en “el pasado”, pero para eso no hay que reelegir un presidente. Basta con una buena compañía de mantenimiento.
Los gobiernos deben articular soluciones concretas a problemas reales.
En la capital faltan más de dos millones de viviendas, los apagones retornan multiplicados, duran horas interminables. Cuando se plantean estos problemas, esperando soluciones concretas, la aristocracia política gobernante cambia el tema, habla de “honestidad”.
La reelección apuesta a la ignorancia, ignora los problemas, en lugar de soluciones ofrece “pajaritos en el aire”.
El país necesita soluciones concretas, pero la crisis de identidad política de Abinader, y su retórica vacía, nos empuja “al pasado”, quizá inconscientemente, trabaja para la oposición.
Por: J.C. Malone;-@jcmalone01
jcmalone01@aol.com
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