Imagino que por defectos de fábrica el nuevo acuario político no lo instalarán en la “Nueva Victoria”, y Najayo seguirá como alojamiento de los diferentes especímenes presuntamente involucrados en desfalcar al Estado con miles de millones de pesos.
Entre tanto el PLD, el partido de los presuntos implicados, se encuentra en el vértice del conflicto. Hasta el momento no encuentra puerta de salida. Mareado por los golpes está impedido de deslizarse con cohesión por una de las vertientes.
El PLD emite señales confusas.
Mientras la pirámide política se agita el PLD desconcertado, chorrea por todos lados. En ocasiones sus miembros contradicen la línea danilista y hasta se oponen al fallo del TSA, otros dicen que las acusaciones de corrupción es terrorismo judicial mientras algunos se acercan a Leonel Fernández y Luis Abinader. El secretario general afirma que el partido está preparado para recoger la manzana del poder en el 2024 porque el PRM se erosionará, mientras que el alcalde de Santiago y aspirante presidencial alega que requieren de grandes alianzas y deponer las ambiciones para poder llegar a algo y de pasada rechaza la imposición de un candidato hicieron con Gonzalo Castillo.
Como las acusaciones de corrupción desembocan en el presidente del PLD la entidad está en descredito y se debate entre defender la inocencia o alejarse de los corruptos. Está en un dilema. Ni si ni no.
Con el lodo infamante que lo salpica al PLD es poco atrayente, salvo para algunos políticos de otros partidos involucrados con la corrupción del pasado gobierno. Los partidos huirán como si el PLD tuviera la peste y el sueño de una alianza con el PFP terminará en pesadilla, sobre todo cuando atrapen a presas mayores.
La experiencia histórica es que el PLD inició la ruta bisagra.
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